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Enterramiento o inhumación (humus, tierra) del difunto, acción que para la Iglesia tuvo siempre un significado religioso de reposo en espera de la resurrección de los muertos.
Es normal que siempre haya tenido un sentido singular y espiritual y las "exequias eclesiásticas", última acción eclesial ante el cuerpo del cristiano fallecido, se hayan regido por normas particulares: bendiciones, plegarias, símbolos.
La legislación de la Iglesia (C.D.C. cc. 1180, 1241 y 1182) exige un gran respeto a los cuerpos de los cristianos y considera una profanación un trato irreverente. No simpatizó en el pasado con la cremación. Con todo en los tiempos actuales no se opone a ella si se dan motivos suficientes (C. 1176)
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